Cuando en 2018 la tecnología OLED empezaba a dar sus primeros frutos en forma de televisores, se hizo el análisis y después se hizo el silencio. El análisis arrojaba datos increíbles en cuanto a la calidad de visionado que aportaban estas pantallas. El OLED suponía la vuelta, o la resurrección en forma ampliamente mejorada, más bien, de la tecnología plasma, y un vuelco gigante con respecto a lo que, durante años, nos había ofrecido el OLED.
Está claro que no podríamos afrontar una reflexión sobre el posible éxito o fracaso del OLED sin pasar por el análisis de sus dos homólogos principales, el plasma y el LCD LED. Para ponerte en contexto, te recomendamos que eches un visto a estos dos artículos:
Pero está claro también que no sería justo hacer este análisis del OLED, de su éxito o fracaso, sin poner tierra de por medio y observar la evolución que ha tenido el OLED desde su aparición tanto a nivel de evolución tecnológica, como a nivel de mercado. Pues todo cuenta.
Hay dos realidades que hay que poner sobre la mesa:
- La tecnología OLED es un éxito tecnológico en sí mismo, si tenemos en cuenta lo que supone a nivel de evolución. Con respecto al LED es colosal la diferencia de calidad, y con respecto al plasma del que proviene o del que parece reencarnarse en una especie de regreso al futuro en versión tecnológica, es igualmente bestial. Los televisores OLED son un anhelo hecho realidad en cuanto a calidad de visionado, y simplificación tecnológica con respecto a todo lo conocido. Con sus pros y sus contras, y teniendo en cuenta la enorme mejora que se ha producido desde el lanzamiento de los primeros televisores OLED de LG, hasta la aparición de los tv OLED de última generación y de todas las marcas, tenemos que decir que el OLED es casi un sueño hecho realidad, es la calidad hecha TV.
- Por otro lado, tal vez debido a su alto coste, estando acostumbrado el mercado durante años al bajo precio de los tv LED (debido a las diferencias en cuanto a costes de producción de una tecnología y otra, y más cuando el OLED era aún un producto emergente), y tal vez a causa también del azote que supone para el mercado tecnológico y para la economía mundial en general la pandemia del Covid 2019 (con el aplazamiento de varios acontecimientos deportivos de gran relevancia televisiva), es cierto que el desembargo de los televisores OLED no pudo tener una peor recepción por parte del mercado.
Ahora bien, pasados los primeros años de zozobra, y superados también los primeros bulos que hacían temer a muchos de un posible fracaso en el OLED por cuestiones técnicas, no hay base lógica para no poder hablar de éxito de los tv OLED.
El OLED es el presente y es el futuro, no cabe duda de eso, aunque tengamos que dar tiempo al tiempo, a las marcas para que vayan mejorándose y reafirmándose, al mismo tiempo que moderan los precios; y a los consumidores para ir entendiendo la diferencia que supone el paso del LED al OLED y hasta qué punto puede tener sentido el coste de unos televisores que, bulos aparte, pueden durar tanto como los que más.
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